
DEMOCRACIA
Vivimos en una democracia que nos permite expresar abiertamente nuestras ideas, nuestros conceptos e incluso señalar libremente verdades, mentiras, dicterios, infundios y pensamientos propios; muchos piensan que lo importante es hablar, no importa ni cómo y así observamos que en la política peruana es fácil hablar y después callarse o retractarse o traducir lo dicho señalando lo contrario.
Muchas veces cuando los criterios que se utilizan tienen una fuerte dosis de tensión o las ideas se fanatizan, los conceptos que se vierten pueden expresar cosas particulares que empobrecen la realidad, tergiversan los hechos y desestabilizan el proceso democrático que decimos defender.
Por eso las opiniones o las acciones en la democracia para que esta sea efectiva deben pensarse y reflexionarse, meditarlas y compararlas con las leyes antes de emitir opiniones que no sean fruto de la verdad o de la realidad que pueden llevar a tener una interpretación inadecuada que al final termine en un daño mayor.Muchas veces el deseo de figuración permite que digamos lo que no pensamos o creemos, pero sí suscitar la atención de periodistas y público, y se utiliza la libertad de expresión como careta para decir cualquier cosa.
Las opiniones no reflexivas no pueden llevar a extremos insospechados que desestabilizan la democracia y nos llevan a tiranías o dictaduras que después las rechazamos cuando nosotros mismos contribuimos a crearlas, por eso los demócratas verdaderos tratan siempre de pensar, reflexionar y utilizar su propio sentido crítico, antes de opinar porque así se apoya un proceso democrático y se enseña a vivir en democracia.
En la historia existen claros ejemplos de manipuleo del pueblo a través de publicaciones que no dicen la verdad, pero simplemente conducen la opinión para sus claros intereses; recordemos la Alemania nazi y las aplicaciones propagandistas de la época del fujimorismo, aquí en el Perú en que utilizaban declaraciones de autoinculpación e incluso de automuerte con tal de decir que opinan algo, mostrarse así ante la opinión pública y recoger la atención del periodismo.
El pueblo y la sociedad civil deben tener mucho cuidado en meditar y pensar, preguntar y leer lo que señalan estos adivinos de la verdad y luego con la lógica y criterio que pueda tener cada uno, lograr una interpretación propia que debe ser la que al final prime. Los “dictadores de la verdad” generalmente piensan que solo sus afirmaciones expresan lo cierto de los hechos y sólo sus protegidos encarnan la sacrosanta estela santificante y a todo aquel que sigue otros caminos se le denigra o se convierte en el enemigo nuevo de la sociedad o se le utiliza tergiversando la verdad sin ninguna prueba o convicción.
En el curso de la historia reciente del Perú se ha utilizado el epíteto de velasquista aprista, fujimorista o ahora peruposibilista para denigrar a los que contradicen, los que se creen “representantes de la sociedad civil”, sin que nadie les entregase ese título. Se piensa que lo fundamental es hablar y actuar con la autoridad de los electores, aunque no representen a nadie; opinan en público sin estar seguros de lo que se va a hablar.
Nos olvidamos que en democracia al hablar estamos enseñando y lo fundamental al enseñar es hacerlo con la autoridad de que estamos hablando de algo comprobable y cierto.La democracia no sólo es el gobierno del pueblo, sino para el pueblo y este necesitan que le cuenten la verdad real, no la verdad de otros; el pueblo necesita que le enseñen cómo hacerlo y para qué. Y necesita - y esto es fundamental - personas o líderes a quienes creer y a quienes recurrir. Por eso los que se dirigen a la opinión pública tienen el deber y la obligación de actuar con propiedad, diciendo la verdad cierta.La democracia tiene reglas que deben cumplirse; la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libre elección, el control de la gestión, la libre asociación, etc. Todas ellas implican que esta libertad se lleva a cabo con el conocimiento de lo que significa cada una y cómo aplicarla y explicarla y los líderes de opinión deben explicar claramente y sin subterfugios lo que significa cada regla.
Estos principios debemos recordarlos siempre pero, sobre todo, utilizar nuestro propio criterio y lógica antes de actuar u opinar, dejar al costado el lado personal de las cosas y pensar que una buena democracia es la base para la libertad y el desarrollo del país.Ahora que se acercan las elecciones, hay muchos que con el afán de ganar dirán cualquier cosa, prometerán lo que no cumplirán y atacarán al adversario para destruirlo; por eso es mejor analizar al candidato, no por lo que dice, sino por sus antecedentes, personalidad y trayectoria en lo que emprendió y realiza, para así juzgarlo con criterios amplios y estables y así decidir a quién apoyar para que nos represente adecuadamente.